El 25 de agosto conmemoramos en Nicaragua el día nacional de las personas con discapacidad. Una fecha que, para mí, por mi experiencia laboral tiene una gran importancia. Pero, no debería ser solo para mí, sino para todas las empresas y sociedad nicaragüense, las cuales juegan un papel fundamental en el proceso de inclusión.
Existe en el código penal la ley 763 de los derechos de las personas con discapacidad y en la misma se incluye el artículo 36 de contrataciones laborales. Nuestro desconocimiento sobre esta ley es significativo, pero por suerte cada vez son mas las empresas que cuentan con personas con discapacidad en sus equipos de trabajo. Según este articulo: “En el caso de empresas con una nómina mayor de diez trabajadores y menor de cincuenta se debe emplear al menos una persona con discapacidad”.
Y surge entonces una pregunta ¿Es esto posible? Sí, lo es, si cambiamos la forma de ver la discapacidad. La cual deberá ser considerada solo como una limitación en ciertos aspectos del mundo laboral que puede ser sobrellevada con éxito recibiendo las adecuaciones necesarias. ¿Cuál sería entonces la receta para empresas más inclusivas?
Imágenes explicativas, audífonos, rampas, espacios accesibles, nuevas metodologías de entrenamiento, son algunas de las adecuaciones necesarias, unidas a capacitación del equipo y mucha, mucha empatía. Y es que este es el ingrediente clave para la inclusión. Ser capaces de comprender que todos somos diferentes, nos permitirá enriquecernos de las diferencias.
La poca sensibilización de los equipos de trabajo ante este tema puede significar uno de los mayores fracasos en los intentos de inclusión. Sin embargo, si un equipo se muestra tolerante, respetuoso y colaborador (no compasivo ni paternalista) creará un clima de trabajo donde las personas con discapacidad formarán parte del equipo de manera inclusiva. De igual manera, el conocimiento de la persona que se va a integrar al equipo será fundamental. La clave está en centrarse en la persona y no en la discapacidad. Acercarse a ella de manera natural para conocer sus necesidades y capacidades y así adecuar su puesto facilitándole el desarrollo de funciones y rompiendo con todas las barreras.
La inclusión laboral, no es solo la contratación, es un proceso de aprendizaje de todo el equipo. Solo lograremos una sociedad inclusiva con el esfuerzo de todos los elementos sociales. Desde mi persona, animo a propietarios de empresas que no demoren más en estos procesos de inclusión y superen los miedos confiando en que así crearemos un mundo más tolerante y sus empresas se verán beneficiadas tanto interna como externamente.